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segunda-feira, 4 de outubro de 2010

Un resultado que no hace más que estirar la agonía opositora

Do El Clarín 04/10/10 Por Eleonora Gosman

Análisis Las últimas encuestas publicadas en Brasil ayer por la mañana reflejaron, de manera más precisa, los resultados arrojados por las urnas al anochecer. Dilma Rousseff, candidata que obtuvo 46% de los votos, no logró definir en la primera vuelta la contienda con el opositor socialdemócrata José Serra. Desde hace varios días, los dirigentes del Partido de los Trabajadores dudaban de una rápida resolución electoral.

La propia presidenciable había insistido que “las elecciones se ganan en las urnas, con el voto ciudadano”. En el arco opositor, el ex gobernador paulista José Serra no ocultó su satisfacción. Al elevar el nivel de enfrentamiento con la oficialista Dilma, en una batalla que incluyó el mayor rosario de denuncias no probadas sobre presuntos actos de corrupción en el gobierno brasileño, consiguió convencer a una parte importante de los ciudadanos brasileños de poner su voto en Marina Silva, quien alcanzó con una fuerza insospechada a rozar 20% de los votos.

Esto le garantizó al candidato socialdemócrata el ansiado balotaje, pero sin rendirle ningún aumento en el caudal de votos que, como previeron las encuestas, no superó 33% del total. Eso reveló la incapacidad de Serra de elevar su propio estándar, al punto que ni siquiera pudo repetir la elección que realizó Geraldo Alkmin en 2006 cuando logró prolongar otro mes el combate decisivo con Lula da Silva.

El presidente, quien entonces se jugaba su reelección, tuvo resultados muy similares a los de su ahijada política la ex ministra Rousseff. Serra, en cambio, no logró siquiera empardar a su compañero.

En este contexto, la transferencia de la mitad de los votos de Marina Silva a Serra –la otra mitad se calcula que irá a engrosar el caudal de Dilma Rousseff—tendrá efecto nulo para los socialdemócratas. Es decir, el ex gobernador paulista solo prolongará su agonía sin poder negociar en este intermedio un futuro papel en la pirámide de su organización. Ya no hay denuncias que puedan afectar de manera decisiva la figura de Rousseff. Entre otras cosas porque el electorado ya no irá a reaccionar frente a la sucesión de casos que los opositores pretenden instalar en el escenario. Serra es un hombre que genera fuerte rechazo y eso conspira contra cualquier posibilidad de victoria el 31 de octubre .

Anoche el PSDB tenía algo para festejar: Geraldo Alkmin se consagró gobernador paulista al imponerse sobre el candidato del PT Aloizio Mercadante en primera vuelta. Para los tucanos fue un respiro, ya que el margen fue mínimo y eso llevó a pensar que se iría a balotaje en ese estado, el mayor de Brasil.

La resolución de San Pablo, ayer mismo, alivia la situación de José Serra ya que su partido podrá dedicar más tiempo a fortalecer al candidato, cuya votación fue menor inclusive a lo que se aguardaba. La prolongación de las elecciones hasta el balotaje crea un nuevo escenario para la coalición de gobierno comandada en partes iguales por el Partido de los Trabajadores y el por el centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Por empezar, porque el presidente Lula da Silva no consiguió su objetivo de máxima que era catapultar su delfina Dilma a las nubes, mediante una elección que habría de superar las suyas propias. Fue esa esperanza lo que indujo al jefe de Estado a decir: “Me voy a ir con más votos de los que recibí en 2002 y 2006”. No fue así. En términos porcentuales, la proporción con sus adversarios no varió. Eso modifica también las negociaciones, estas próximas semanas, entre el PT y su socio PMDB. Hay una disputa entre ambos sectores políticos de la alianza oficialista que se intensificará aunque en sordina.

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